Emocionalmente atascados

Los problemas, los fracasos y las pérdidas son denominadores comunes en los últimos tiempos, prácticamente nadie dejó de tener por lo menos un problema, un fracaso o una pérdida en el último año. No hablo de pérdidas que incluyan muertes, porque mi respeto y sensibilidad ante esas situaciones son muy altas; esa categoría de pérdida no califica para estar a la altura de un problema o un fracaso común y corriente de aquellos que la vida nos presenta como parte de ella. 

Hablo de aquellos problemas, fracasos y pérdidas frecuentes que nos invitan a replantear nuestra perspectiva y nos impulsan a buscar alternativas. Hablo de aquellos problemas, fracasos y pérdidas que a lo largo de la historia forjaron el carácter, impulsaron la creatividad, explotaron el potencial dormido y despertaron nuestra fe. Hablo de aquellos problemas como situaciones que demandan más que una explicación, una verdadera solución y hacen que evoquemos frases de los abuelos como “para todo hay solución menos para la muerte”; frases que en algún momento eran muertas para nosotros porque no tenían sentido ni significado en ese instante, pero hoy cobran vida propia porque así nomás había sido. Todo tiene solución si nos enfocamos en encontrarla. 

También hablo de aquellos fracasos que sentimos como sucesos inesperados y que emocionalmente nos atascan. ¿Quién está debidamente preparado para afrontar una frustración, decepción o desilusión? ¿Existe alguna asignatura en colegio o en la universidad donde nos enseñen a lidiar con ellos? 

Idealmente, deberíamos estar educados, pues ellos son parte de la existencia, pero ¿acaso existe un pensum que considere el estudio del fracaso como parte de la vida? La respuesta es no, salvo la preparación que se tenga no contemple únicamente el pensum que nos ofrecen. Dato curioso al respecto: sabemos que el pensum es el plan de estudio de una carrera donde nos dan a conocer las asignaturas que se estudiarán en un periodo; lo que no sabemos es que este vocablo que viene del latín significa “carrera de la vida”. ¡Qué incongruencia!, ¿no?, para lo último que nos preparan es para ella. 

Sin embargo, hay una buena noticia y es que extracurricularmente podemos prepararnos, podemos aprender lecciones de quienes ya transitaron ese camino, podemos evitar cometer los mismos errores y también podemos considerar nuevas formas para no quedarnos emocionalmente atascados en ellos. Las frustraciones carcomen y no nos dejan avanzar, hacen que el desencanto de lo que sucedió en el pasado influya tanto en nuestro presente y en nuestro futuro que logran que vivamos con temores constantes; siendo ellos —los temores— tanto o más paralizantes que las mismas frustraciones. El quedarnos emocionalmente atascados nos da como resultados pérdidas constantes: perdemos tiempo, perdemos recursos, perdemos oportunidades, perdemos sueños. 

Al final del día, tanto los problemas, las frustraciones o las pérdidas nos atascan emocionalmente, nos paralizan y tememos salir de donde estamos, no porque no quisiéramos sino porque muchas veces no sabemos cómo hacerlo, te daré otro dato curioso: la frase “no temas” está escrita 365 veces en la Biblia y si crees en ella, creerás en lo que le funcionó a Josué: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente. No temas, ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo, en dondequiera que tú vayas”. 

Para una emoción fuerte como el temor que atasca, hay otra mayor… la fe que nos mueve.

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