Los años no se cumplen, se viven.

No estoy de cumpleaños ni cerca de él, decidí escribir esto en honor a las amistades sinceras cimentadas en el amor fraterno y que impulsan a celebraciones de cumpleaños con detalles pequeños pero que encierran grandes manifestaciones de amor. Este escrito es una invitación para que pienses en el tipo de relaciones amistosas que vas forjando en el día a día y que solamente cuando llega tu fecha puedes constatar la profundidad, firmeza o anchura de ellas.

La mayoría de las amistades no tienen ningún compromiso externo como lo tiene un matrimonio, un trabajo o una iglesia para mantener unidos a los amigos. Se dice que una amistad tiene muchísimo más riesgo de romperse cuando surge un conflicto que cualquier otra relación. Esto supone que las instituciones externas como el matrimonio, el trabajo o la Iglesia son el pegamento que une estas relaciones y además que nuestros compromisos se mantienen unidos y no así nuestros afectos. En la práctica nada está más lejos de la verdad, incluso para quienes nos concentramos en los consejos bíblicos, todo compromiso se basa en una relación de amor; aclaro que no quiero decir que las formalidades no son válidas, sino y únicamente que la relación entre amigos, no conlleva nada de eso. Ser amados y amar en una relación amistosa genera compromiso sustentado en el amor y toma espontánea de decisiones y jamás a la inversa.

Fui testigo hace unos días de las decisiones extralaborales tomadas por un equipo de trabajo en una empresa del país, solamente para expresar el reconocimiento hacia su gerente, manifestaciones expresadas en la organización de un festejo sorpresa en el que todos participaron con y desde el corazón. Ahí verifiqué una vez más que los años no se cumplen, se viven, y en esa vida se construyen relaciones y amistades para que cuando solamente llegue la fecha, se exprese el amor hacia quien cumple un año más vivido.

Pregúntate: ¿Cómo te sentirías si tu mejor amigo se te acerca y te dice: “Sólo quería decirte que somos amigos únicamente porque tengo un compromiso con esa amistad. No tengo ningún afecto hacia ti. No disfruto de tu compañía especial, pero seguiré siendo tu amigo”?…me imagino tu respuesta. O también piensa en cómo te sentirías si te dice: “Participaré de tu cumpleaños porque toda la oficina estará presente, ellos quieren festejarte, yo formo parte de tu equipo y no me queda más que sacrificar un par de horas en este día para darte una sorpresa junto a todos y cantarte Happy Birthday?…también me imagino la respuesta.

Creo que es inquietante darnos cuenta que lo único que nos mantiene unidos a nuestros amigos no es un desempeño, o nuestro encanto, o una culpa —en algunos casos— o una obligación —en otros—. Lo único que hace que nos sigan llamando, pasando tiempo con nosotros, soportándonos u organizar y participar de una fiesta de cumpleaños sorpresa, es al amor.

Los años no se cumplen, se viven, es algo que afirmo porque con los 54 que tengo constaté que en cada cumpleaños no solo celebro mi vida cumpliendo un año más, sino lo que hice con ella a lo largo de ese año en temas de relaciones. Estoy segura que la gerente de la empresa cuando recibió la sorpresa no solo se emocionó por todo lo que vio (flores, tortas, cuadros o globos), sino por todo lo que recibió como expresión de amor hacia ella (abrazos, palabras y sonrisas) cosechando lo que sembró a lo largo de varias vueltas al sol.

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