Me viene a memoria B. Pascal cuando dijo: “el hombre está hecho para pensar; en eso está su dignidad, y su obligación es pensar correctamente”. En ese entonces el lenguaje era indistinto y la comprensión era amplia; por tanto, se entendía claramente que se refería a la raza humana y no así al género masculino. Sin embargo, es cierto que el lenguaje de este tipo promovió muchos abusos; pero, volviendo al punto, ¿qué quiso decir Pascal al instarnos a pensar correctamente?, tal vez que hagamos un esfuerzo extra, ya que pensar es fácil, pero correctamente demanda algo más.
Cuando llegan estas fechas pensamos en “equidad” (8 de marzo Día Internacional de la Mujer), posiblemente sin pensar lo que eso significa, la confundimos con igualdad, pero equidad no es igualdad: “Equidad es mirar con ojos de justicia, dar a cada uno lo que le pertenece reconociendo las condiciones o características especiales de cada persona o grupo humano”.
Al parecer, la inequidad surgió inicialmente a partir del reconocimiento de las diferencias anatómicas únicamente, pues se organizaron los roles viendo los géneros y eso, evidentemente no es justo. En esta fecha se conmemora la lucha por la participación de la mujer dentro de la sociedad, en pie de la emancipación y desarrollo íntegro como persona, pues muchas mujeres tienen que luchar para no ser aplastadas, agobiadas y devastadas por un sistema que no les da cabida, en un mundo donde hay muchas oportunidades, pero igual siguen ganando menos y donde se cuestiona capacidades a partir de esas diferencias. A eso, se suman las injusticias domésticas donde no se siente que el trabajo termine en algún momento, y no se puede dejar de mencionar a quienes sufren maltrato físico, psicológico o emocional y se ven abrumadas con sentimientos que las inundan cegándolas de toda visión de esperanza, pues a eso se adiciona la sensación de ostracismo social. Todo eso hace que se sientan tentadas a retirarse, rendirse o darse por vencidas.
Muchas se sienten vulnerables a romperse en cualquier momento, pues las demandas del ambiente sofocan y confunden, con razón Pedro (el discípulo) nos llama “vaso más frágil”, pues si no nos sentimos amadas, respetadas, admiradas o reconocidas podemos quebrarnos con mucha más facilidad que el otro género y desde ya, lo hacemos. Sólo que, a diferencia de ellos, mientras más abajo nos sentimos más rápidamente surge una fuerza empoderadora que hace ver que vale la pena luchar y lo hacemos por los derechos, por nuestros hijos o por nuestros sueños.
Retomo a Pedro, quien quiso pensar correctamente como insinuaba Pascal –aunque en relación de épocas Pascal no había nacido–; su pensamiento denota un esfuerzo intuitivo por entender a las mujeres como “vaso más frágil”, lo que implica que los hombres, aunque en menor reconocimiento o visibilidad, igual se quiebran, lo que involucra una consideración mutua.
Hoy quiero esforzarme por pensar correctamente y deducir que equidad no sólo es un término de derecho para uno más que para el otro. Si hablo de derecho no es algo que deba pedir o demandar, es algo que sencillamente nadie me lo puede quitar porque está inherente en mí y en ti, está inherente en tu amiga/o, esposa/o, hija/o.
En un día de lucha simbólica, quiero mirar con justicia a cada uno, darle lo que le pertenece, reconociendo las características especiales de cada persona y no olvidar que todos somos vulnerables, nos quebramos, necesitamos reconstruirnos cuantas veces sean necesarias en un mundo que encontró placer al destruirnos y confrontarnos mirando las diferencias que nos separan entre géneros, en lugar de lo que tenemos ambos para aportar y complementar.